
Desde hace algún tiempo vemos las palabras «low-cost» en carteles en autopistas, en comercios, en hoteles y agencias de viaje… Podemos decir sin temor a equivocarnos, que el low-cost forma parte de nuestra vida diaria.
¿Pero cómo el» low cost» se ha introducido en la medicina?
La globalización o integración e interacción entre empresas, gentes y diferentes gobiernos, junto con la guerra de precios entre distintos grupos sanitarios y compañías de seguro médico, y junto a grandes Fondos de Inversión han que han invertido en sanidad para revertir en mayores ganancias.
Pero no solo eso, Hospitales públicos (de capital público) y de gestión privada, también se han sentado a la mesa. Todos estos grupos o comensales ofrecen servicios médicos, seguros y otros productos a cantidades irrisorias (Ej. 9 euros al mes), cuya verdadera razón es captar a futuros clientes para maltratar con campañas agresivas.
Todo esto va a dar lugar a que se banalicen tratamientos e intervenciones quirúrgicas. No se engañen, el Low Cost es a costa de reducir la calidad y de malpagar a los profesionales de la medicina, esclavizados por estos grupos, los cuales controlan el mercado utilizando los medios de comunicación a su antojo. Este es el «modus operandi» de todos ellos.
«Low Cost es incompatible con la calidad y seguridad en la cirugía.»
Para nosotros supone una gran satisfacción cuando nuestro paciente en el antequirófano nos muestra su satisfacción de operarse con nosotros y lo tranquilo que se encuentra, «nos tiene confianza».
Igualmente, para nosotros es fundamental la vigilancia y la atención de nuestros pacientes hasta el alta definitiva.
Hace ya muchos años mi padre decía que «Nadie da duros por 4 pesetas», no se dejen engañar y confíen en su médico, él les resolverá su problema, y si no pudiese hacerlo, le recomendaría al mejor profesional.
La medicina de calidad no es cara, es mucho más cara la medicina de escasa y dudosa calidad.